lunes, 8 de julio de 2019

La Sirenita: Halle Bailey VS el racismo enmascarado de nostalgia

Hablar de razas es un tema complejísimo por decir lo menos, muchos han sido los científicos que han tratado de explicar que estas clasificaciones no tienen sustento biológico más allá de adaptaciones menores a entornos naturales específicos; así como otros fulanos quienes relacionan el descontento andino con la minería a la presencia de un "gen terrorista" en el Ande. Como antropólogo, uno llega a la conclusión de que las razas no existen en tanto su fundamento biológico, pero sí como una construcción social y cultural la cual ha tenido distintas funciones a través de la historia, ora con fines identitarios, ora para naturalizar la desigualdad.

Hoy el tema picante ha sido el de la selección de la actriz Halle Bailey como protagonista de la reimaginación/remake del clásico de Disney: La Sirenita; mismo que ya era una interpretación con múltiples libertades creativas del cuento publicado allá por el siglo XIX. El revuelo ha escalado a tal punto en que se está difundiendo el hashtag #NotMyAriel por redes sociales como Twitter, llegando a extremos graciosos como de cosplayers peruanos que se quejan del casting realizado por Disney, cuando hacen cosplays de animes como Jojo´s Bizarre Adventure sin tener una escala cromática similar a los personajes.

Como comiquero que soy, el cambio de raza a personajes clásicos es algo con lo que nos vienen golpeando desde hace ya bastantes años. En lo personal, yo no considero dichos cambios como algo negativo, a menos que no esté justificado en la trama ni en sentido de la historia. Me explico, fui una de las personas que vio morir al Ultimate Spiderman para ser reemplazado por un adolescente afroamericano llamado Miles Morales. En un inicio dicha elección artística me enfadó muchísimo, pues en el contexto geopolítico del momento se sentía como una referencia forzada a Barack Obama, mismo de quien ya habíamos tenido una propaganda política en las páginas de Amazing Spiderman. Sin embargo, conforme fue avanzando la trama del joven Morales, encontré que el tratamiento dado al personaje no hacía forzada la inclusión de un Spiderman de color negro, pues incluso se fue desarrollando un contexto que no hacía ver al cambio como una simple cuestión estética, pues nos brindaba incluso una nueva experiencia de un trepamuros sometido a un nuevo entorno social, económico, cultural, etc.

Caso totalmente contrario me sucede con los personajes secundarios de la adaptación más reciente: Spiderman Homecoming. En este caso mi rage se dirige al cambio racial de personajes como Flash Thompson, los cuales son meramente estéticos y no aportan nada a la trama; en especial si consideramos que en la sociedad norteamericana, al igual que en casi todo el resto del mundo, los estereotipos raciales son algo latente, y seguimos viendo países donde ser del color equivocado puede representarte la diferencia entre la vida y la muerte.

Está bien, Hans Christian Andersen hizo una mínima referencia a la raza de la joven sirena como una bella mujer con medio cuerpo de pescado cuya parte humana era de piel clara y ojos azules; sin embargo, ¿dicha cuestión tiene peso en la historia? La historia va principalmente del sacrificio físico y espiritual de la joven con el fin de encontrar el amor del príncipe, mismo que tras un destino aciago sería recompensado con la trascendencia al cielo y a una promesa de inmortalidad. Sin embargo, los rasgos fenotípicos del personaje no forman parte fundamental del desarrollo del personaje ni de la trama. Incluso en la "adaptación" del ballet danés realizada por Disney, no tenemos un sustento que impida al personaje ser cambiado de raza sin problemas, ya que ni tiene un espacio geográfico determinado, pues el autor no define totalmente el lugar donde se desarrolla la obra.

Entonces, ¿es grave el cambio racial a Ariel en la nueva versión de La Sirenita? Mi respuesta es que no, si bien es un cambio innecesario, no atenta con el sentido de la historia como tal. Mi único descontento es que hoy por hoy, la reciente visibilización de las minorías se haya vuelto una cuestión de acaparar más público, incluyendo sectores sociales otrora excluídos; sin embargo, tampoco me puedo poner totalmente al otro extremo y criticar que todo cambio de color de un personaje es a priori malo.

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