Como consumidor nunca he ocultado mi preferencia por la industria del entretenimiento proveniente del mundo occidental. Rara vez encuentro animes que en verdad me enganchen, no soporto algunos de los tropos y clichés de la industria cultural asiática, y siempre he preferido el metal americano o europeo, en lugar del kpop, jpop y similares. Por tal motivo, más de una vez me ha tocado defender en foros y en hilos de comentarios la industria que tantos buenos ratos me ha brindado, ante las críticas de gente que prefieren las producciones que se consumen al otro lado del charco.
En años
recientes se ha venido alimentando el debate sobre el ocaso del cómic americano
frente al cómic japonés, que a partir de ahora llamaremos manga; anteponiendo
como principal fuente de la decadencia del primero a la corrección política y,
cómo no, la inclusión social. Vamos, el principal motivo por el que hago este
artículo es la viñeta que se volvió viral de la cuenta de Twitter llamada
Carnaval Tercermundista. En ella, se muestra a un estereotipo de artista progre
presentando su Capitán Woke, que fracasa comercialmente ante la propuesta de
simple entretenimiento de Rooster Fighter.
La ignorancia es atrevida. |
El debate
de Cómic vs Manga siempre termina teniendo aportes de algún influencer que
terminan viralizándose a favor, generalmente, del segundo bando. Hace años pasó
algo parecido, por ejemplo, cuando Dross sacó su video de Goku vs Superman, en
el que la mayoría de opiniones que se veían en internet eran calcos de lo dicho
en ese video, sin contrastar siquiera fuentes ni información. En el presente
artículo quiero dar una opinión de por qué esta idea de que el progresismo y la
política están matando al cómic americano es errónea y producto de una
ignorancia mal encaminada a través de los medios de comunicación. No pretendo
cambiar el mundo, pero nunca está de más dar una postura en el debate. Esta
vez, como fanático del cómic americano.
El cómic
debería ser [A]político
Este es un
punto que se acaba rápido por si solo: el cómic americano es intrínsecamente un
producto que se suele enmarcar en contextos políticos determinados. Es que no
hay mucho más que objetar, las tendencias en el medio han sido demarcadas por sucesos
políticos que han trascendido de la realidad al medio impreso. Desde la Edad de
Oro que era propaganda en medio de la Segunda Guerra Mundial, hasta la edad
actual que sigue repitiendo tropos como “americanos = buenos VS rusos/americanos
tercermundistas/orientales = malos”, el cómic ha tendido ha tener mensajes
políticos sobre lo moralmente correcto y a qué bando de la historia deberíamos
pertenecer.
Pero
culminar ahí sin más el debate sería pecar de simplista, porque hay cómics que
claramente no tienen una intención política. Incluso dentro de grandes empresas
como Marvel, DC, Image, etc., hay historias cuya intención es el mero
entretenimiento, sin mayores pretensiones de transmitir mensajes políticos. Por
ejemplo, actualmente estoy leyendo un cómic de Image llamado Radiant Black, en
el que la historia va de un cruce de conceptos entre las ideas de Invincible y Power
Rangers. El cómic no tiene mayores intenciones además de mostrarme un conflicto
clásico de las aventuras del tokusatsu, con cierto ingrediente de historia de
superhéroes.
Sin
embargo, tenemos que partir del hecho de que el arte tiene entre sus múltiples
intenciones el de ser un medio comunicativo: el ser humano siempre se está
comunicando con sus semejantes. Asimismo, el ser humano es un animal inserto en
un entorno social, cultural y político, por lo que toda expresión nuestra va a
tener cargas de estos apartados. Entendiendo que la política no se reduce a
cosas de movimientos políticos sino a los distintos grados en el que ejercemos
poder, todos somos seres que se encuentran sujetos a la estructura
sociocultural de nuestro entorno, con todo y las desigualdades que esto
enmarca. Nuestra forma de relacionarnos o consumir va a tener de por medio
aspectos de nuestra vida como la posición socio económica, nuestro sexo-género-orientación
sexual, nuestro nivel educativo, etc., con todo lo que ello conlleva.
Pretender
un arte apolítico es un imposible, pues al ser un acto comunicativo va a traer
consigo nuestras perspectivas sobre cosas como el bien y el mal, si tendemos al
autoritarismo o liberalismo, si apoyamos la marginalidad o no, etc. Productos
artísticos como Rooster Fighter tienen la intención de ser meramente medios de
entretenimiento; sin embargo, incluso este tipo de medios van a tener en su
interior algún que otro aspecto que, por más mínimo que parezca, va a estar
influenciado por la dimensión política de su autor.
La política
es transversal a la existencia humana en todos sus niveles. Así la industria cultural
asiática en muchos casos trate de presentarnos su realidad sociocultural como
un paraíso idílico donde todos podemos ser felices, la política es como el oxígeno:
es parte fundamental de nuestras vidas. Y la inclusión lleva ya años en el
panorama, ¿sí o no X-men?
Inclusión
forzada: [¿] una enfermedad [?]
Este punto
es aún más fácil de rebatir: no, el cómic americano no está ahogado en la
inclusión forzada. La forma de evidenciarlo es simple: revisen una página de noticias
de cómics. Marvel y DC siguen sus eternas vueltas al status quo, a un nivel que
la mayoría de sus series siguen y siguen. La mayoría de personajes siguen sus
historias con normalidad y los cómics que son inclusivos son un porcentaje
mínimo. Hay personajes que se han vendido como lo woke del momento, y
eventos de corte LGBT que se han vendido como la segunda venida de Cristo, pero
porcentualmente son pocos.
El debate
de la inclusión forzada se ha vuelto un chivo expiatorio para todo desde que se
hizo una tendencia de presentar personajes afroamericanos durante el gobierno
de Obama. Sin embargo, sigue siendo un chivo expiatorio que poco o nada tiene
que ver con la realidad.
¿Una
tendencia anti progresista en las redes sociales?
Un fenómeno
que me parece interesante es cómo en las redes sociales hay un nicho de
influencers cuyo único contenido es el de ser gente “anti progre”. Personajes
como Emmanuel Danann o youtubers como Una Alienada sustentan su performance
en ser algunos de los últimos bastiones de la racionalidad frente al avance de
la corrección política. De tal forma, se ven como intelectuales a personajes
que son incapaces de discernir de un feminismo radical o liberal o un izquierdista
de clase alta, media o baja; pues difunden más la idea del enemigo común de la
civilización: “el progre”.
Por otro
lado, los medios de comunicación más establecidos suelen aprovechar de hacer click
bait, presentando noticias de la creación de personajes “woke” como
si de un nuevo 9/11 se tratara. Pareciera que ya nadie pudiera compartir que
Tim Drake ahora es homosexual sin que se ahorquen 30 puristas de internet. Asimismo,
muchos medios e influencers hablan de la muerte del cómic americano, sin levantar,
aunque sea, un solo cómic en toda la semana, por lo que hablan de una tendencia
sin saber qué está pasando en ellos. Es por cosas así también que mucha gente se
aleja del cómic porque se llevan una imagen que no es cierta.
Finalmente,
hay una tendencia en internet de muchos usuarios de evitar poner temas
incómodos sobre la mesa, respecto a sus productos de entretenimiento, como si de
insultos a su madre se tratase. Ahora pareciera que censurar, con debida razón,
dicho sea de paso, a Roshi por acoso debido a escenas tales como las vistas en
Dragon Ball Super, estuviera al nivel de lo que es para los musulmanes el
dibujar a Mahoma. Lo cual demuestra un infantilismo de muchos, pues asumen que
sus obras favoritas son intocables e incapaces de ser analizadas, pues Dios lo
vio y dijo que era bueno; así se normalicen cosas como la discriminación, la
sexualización o el acoso.
Conclusión
(¿?)
La idea de
que el cómic americano está muriendo por la inclusión y la corrección política,
desde ya, evidencia una ignorancia por parte de muchos influencers, y una
máquina de generar click baits por parte de los medios de comunicación
que buscan generar interacciones, a costa de difundir pensamientos e ideas
erróneas sobre la industria. Este argumento de la muerte del cómic americano se
cae también porque en múltiples fuentes se ha visto que en la pandemia ha
habido una fuerte alza de ventas de cómics.
Sin
embargo, también sería injusto hablar del cómic americano como una industria
perfecta, porque no lo es. Si bien el cómic americano ha cerrado con números
positivos y una fuerte tendencia al alza en las ventas, se ha visto eclipsado
en años recientes por el manga, cuyas ventas llegaron a superarlos incluso en
su territorio más fuerte: Estados Unidos.
Como
consumidor creo que hay una serie de puntos que explican esta diferencia en la
competencia. Primero y más fundamental: el cómic es una industria que se
encuentra ahogada por el sub género de superhéroes. Si bien son los que se
llevan más ventas, el cómic de superhéroes ahoga en la competencia a las demás
propuestas, lo que da una falsa apariencia de homogeneidad en la industria. Por
tal motivo, el manga se presenta como una propuesta de variedad frente al
cómic: quieres tu manga de un pollo peleador con poderes, lo tienes; quieres tu
cómic de patinaje sobre hielo, cómpralo.
Segundo, el
manga es más fácil de consumir. Partiendo del hecho de que parece a simple
vista que lo único que se escribe es cómic de superhéroes, este es
particularmente engorroso cuando no tienes tiempo para dedicarle para envolverte
en complejas líneas argumentales o para tener gastos hormiga de 3.99 dólares
que se volverán decenas de dólares si quieres el evento de turno completo. En
cambio, si quieres leer un manga, agarras el número 1 y pa´lante.
Tercero, y
ya de opinión personal, el manga tiene el plus que su industria de animación es
tomada en serio. Muchas veces nos llega primero el anime y luego el manga, de
tal forma, el anime se convierte en una forma más ligera, digamos, de
adentrarse en el manga de turno. Lo que permite, además, que se reboten en
internet escenas u openings de estas producciones, lo que termina enganchando a
nuevos espectadores. En cambio, en occidente la animación es vista como
entretenimiento para niños. Fuera de joyitas como las películas animadas de DC
o Invincible que adaptan fielmente el material de origen, las series suelen ser
acercamientos simples e infantiles de lo visto en los cómics. Mi idea se apoya también
en que las ventas de Invincible se dispararon luego de la exitosa serie
animada. El anime, además de arte, es un comercial que se retroalimenta con el
producto original impreso, lo que lleva a una mayor masificación del producto
en cuestión.
En fin, el artículo ya lleva como 3 páginas en Word y este tema da para rato. Igual creo que nadie lo va a leer. Chau :v